Desde niño conozco esa
historia, “en la era de arriba hay un brazo de mar y palos de navío”. Mi abuela
me la había contado muchas veces y nunca le había dado mayor importancia, cuentos
de viejos..
Mi abuela en su juventud fue vecina del barrio
“Las Eras”. Todo el barrio lavaba la ropa en el regato de la era de arriba,
dice mi abuela que en invierno aprovechaban este regato porque el agua era “muy
calentita”.

Fue hace ocho años cuando descubrí la
importancia científica de estos ecosistemas. Las turberas son grandes bancos de
datos almacenados y conservados a lo largo del tiempo, de los años, de los
milenios. En ellas queda recogida cronológicamente y de forma secuencial la
información necesaria a través del polen que nos permite determinar que
especies habitaron nuestro entorno ya sean arbóreas, arbustivas o pratenses,
así como en qué época ocurrió esto. Pero no solo el polen queda conservado en
este tipo de hábitat protegido. Estos medios ácidos y fríos facilitan la
conservación de maderas e incluso árboles completos (megafósiles),
permitiéndonos saber mediante la datación por radiocarbono (carbono-14) cuantos
años hace que estos formaron parte de nuestros bosques. La rama de la ciencia
que estudia estos datos se conoce como paleobotánica.
En la actualidad son varios e interesantes los
estudios paleobotánicos llevados a cabo y publicados sobre el Sistema Central.
Pero tan solo uno se ha realizado en El Rebollar-Sierra de Gata. Este estudio
acometido en una pequeña turbera de El Payo, entre otros datos de sumo interés
apunta que El Rebollar-Sierra de Gata pudo funcionar como refugio para el
castaño durante la última glaciación, registrándose datos anteriores para esta
especie a la ocupación romana. Evolución de la vegetación en Sierra de Gata .

Pero no solo en las turberas podemos encontrar
restos fósiles de interés, sino que estos ecosistemas resultan de vital importancia
para gran número de especies botánicas que no podrían encontrar otro medio
adecuado para sobrevivir. La especialización de estas plantas hacia este tipo
de medio es el resultado de miles de años de selección cuando este tipo de
hábitat eran frecuentes, originados principalmente por un clima
más frío y húmedo. Así estas poblaciones han quedado aisladas en
“pequeñas islas” donde aun encuentran el medio adecuado para cerrar sus ciclos
vitales. Resulta curioso averiguar que algunas de estas especies son incluso
pequeñas plantas carnívoras que se alimentan de insectos, tal es el caso de
Drosera rotundifolia. Otras como Ajuga pyramidalis solo ha sido citada en una
localidad en Salamanca, curiosamente en la vertiente salmantina de Sierra de
Gata.
Las turberas están por lo tanto protegidas por
la legislación vigente en materia de medio ambiente. En España a través de la
Ley LEY 42/2007, de 13 de
diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, donde se consideran
como Hábitat Prioritario para su conservación, recibiendo la misma
consideración mediante la Dirctiva 92/43/CEE del Consejo de 21 de mayo de 1992
relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora
silvestres, de aplicación en España y Portugal. Algunas de estas turberas no
ocupan mayor superficie que unos pocos metros cuadrados, siendo como ya se ha
argumentado en párrafos anteriores de suma importancia desde el punto de vista
científico. Pese a su protección, resulta sorprendente comprobar como aquellas
administraciones y empleados públicos que tienen la obligación de velar por
estos ecosistemas son los primeros en degradarlos e incluso destruirlos. Tal
fue el caso de la conocida como Laguna del Pizarro en Navasfrías, drenada en
2004 por orden de la Sección Territorial I de Montes de la provincia de
Salamanca para construir un pilón contraincendios, aniquilando una de las pocas
poblaciones conocidas de Drosera rotundifolia de todo el entorno. O más
recientemente durante el incendio de Acebo, cuando la Sección Territorial
citada abrió una pista preventiva en la vertiente salmantina de Jálama y arrasó
con una turbera en la que se encontraba una de las pocas poblaciones de Erica
tetralix conocidas en Sierra de Gata; este brutal incendio se quedó muy lejos
de alcanzar este punto, de haber llegado al mismo, la turbera no habría ardido
y mucho menos se habría perdido esta especie, ¿están ciertos empleados públicos
a la altura de los puestos que desempeñan?
En las turberas del Rebollar, Sierra de Gata y Serra das Mesas se han encontrado restos de pinos, robles, abedules, etc. Restos que esperamos pronto formen parte de un estudio que aporte nuevos datos sobre los bosques en el sector occidental del Sistema Central en el pasado. Estos estudios realizados en otros puntos como Sierra de Gredos, han arrojado datos que superan los 6000 años de antigüedad.
Es algo inherente al
ser humano buscar explicación a todo cuanto le rodea en su medio. En la
actualidad sabemos que una turbera es un afloramiento y encharcamiento de agua
que origina un medio atípico en el que encontramos especies únicas y restos de
gran interés científico, como maderas o restos de árboles. Es nuestra
responsabilidad proteger y conservar estos ecosistemas y su historia, sin la
cual datos tan interesantes como el bonal de la era de Navasfrías se habrían
perdido para siempre.
“En
la era de arriba hay un brazo de mar y palos de navío”
*Velao: Drenaje y soterramiento de un
afloramiento de agua hasta un punto
deseado.
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