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martes, 20 de octubre de 2015

“En la era de arriba hay un brazo de mar y palos de navío”. Bonales.

Desde niño conozco esa historia, “en la era de arriba hay un brazo de mar y palos de navío”. Mi abuela me la había contado muchas veces y nunca le había dado mayor importancia, cuentos de viejos..

Por lo general si preguntas por una turbera en los pueblos de Sierra de Gata, en El Rebollar o en Serra das Mesas (turfeira en Portugal), pocos serán los que puedan indicarte donde encontrar una. Esto no significa que no las haya o que no sean conocidas, sino que hemos escogido el topónimo erróneo, aquí son bonales y en ocasiones pantanos. Ya Antonio Llorente Maldonado de Guevara en su libro Toponimia salmantina define bonal en gran parte del antiguo dominio leones como “terreno pantanoso, sitio que se encharca con facilidad o manantial a flor de tierra”.


Mi abuela en su juventud fue vecina del barrio “Las Eras”. Todo el barrio lavaba la ropa en el regato de la era de arriba, dice mi abuela que en invierno aprovechaban este regato porque el agua era “muy calentita”.

Este regato recibía por escorrentía el agua del bonal del cementerio “si pisabas brotaba el agua”. Parte del agua de este bonal se derivó directamente a la red de saneamiento con lo que no aflora hasta llegar a la depuradora de Navasfrías, agua limpia que desborda agua sucia. Hoy en día no queda mayor vestigio del regato de la era que el “velao”* que se adivina del mismo y que a su vez vierte en la presa del Linar.

Fue hace ocho años cuando descubrí la importancia científica de estos ecosistemas. Las turberas son grandes bancos de datos almacenados y conservados a lo largo del tiempo, de los años, de los milenios. En ellas queda recogida cronológicamente y de forma secuencial la información necesaria a través del polen que nos permite determinar que especies habitaron nuestro entorno ya sean arbóreas, arbustivas o pratenses, así como en qué época ocurrió esto. Pero no solo el polen queda conservado en este tipo de hábitat protegido. Estos medios ácidos y fríos facilitan la conservación de maderas e incluso árboles completos (megafósiles), permitiéndonos saber mediante la datación por radiocarbono (carbono-14) cuantos años hace que estos formaron parte de nuestros bosques. La rama de la ciencia que estudia estos datos se conoce como paleobotánica.

En la actualidad son varios e interesantes los estudios paleobotánicos llevados a cabo y publicados sobre el Sistema Central. Pero tan solo uno se ha realizado en El Rebollar-Sierra de Gata. Este estudio acometido en una pequeña turbera de El Payo, entre otros datos de sumo interés apunta que El Rebollar-Sierra de Gata pudo funcionar como refugio para el castaño durante la última glaciación, registrándose datos anteriores para esta especie a la ocupación romana. Evolución de la vegetación en Sierra de Gata .



Pero no solo en las turberas podemos encontrar restos fósiles de interés, sino que estos ecosistemas resultan de vital importancia para gran número de especies botánicas que no podrían encontrar otro medio adecuado para sobrevivir. La especialización de estas plantas hacia este tipo de medio es el resultado de miles de años de selección cuando este tipo de hábitat eran frecuentes, originados principalmente por un clima más frío y húmedo. Así estas poblaciones han quedado aisladas en “pequeñas islas” donde aun encuentran el medio adecuado para cerrar sus ciclos vitales. Resulta curioso averiguar que algunas de estas especies son incluso pequeñas plantas carnívoras que se alimentan de insectos, tal es el caso de Drosera rotundifolia. Otras como Ajuga pyramidalis solo ha sido citada en una localidad en Salamanca, curiosamente en la vertiente salmantina de Sierra de Gata.


Las turberas están por lo tanto protegidas por la legislación vigente en materia de medio ambiente. En España a través de la Ley LEY 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, donde se consideran como Hábitat Prioritario para su conservación, recibiendo la misma consideración mediante la Dirctiva 92/43/CEE del Consejo de 21 de mayo de 1992 relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, de aplicación en España y Portugal. Algunas de estas turberas no ocupan mayor superficie que unos pocos metros cuadrados, siendo como ya se ha argumentado en párrafos anteriores de suma importancia desde el punto de vista científico. Pese a su protección, resulta sorprendente comprobar como aquellas administraciones y empleados públicos que tienen la obligación de velar por estos ecosistemas son los primeros en degradarlos e incluso destruirlos. Tal fue el caso de la conocida como Laguna del Pizarro en Navasfrías, drenada en 2004 por orden de la Sección Territorial I de Montes de la provincia de Salamanca para construir un pilón contraincendios, aniquilando una de las pocas poblaciones conocidas de Drosera rotundifolia de todo el entorno. O más recientemente durante el incendio de Acebo, cuando la Sección Territorial citada abrió una pista preventiva en la vertiente salmantina de Jálama y arrasó con una turbera en la que se encontraba una de las pocas poblaciones de Erica tetralix conocidas en Sierra de Gata; este brutal incendio se quedó muy lejos de alcanzar este punto, de haber llegado al mismo, la turbera no habría ardido y mucho menos se habría perdido esta especie, ¿están ciertos empleados públicos a la altura de los puestos que desempeñan?


En las turberas del Rebollar, Sierra de Gata y Serra das Mesas se han encontrado restos de pinos, robles, abedules, etc. Restos que esperamos pronto formen parte de un estudio que aporte nuevos datos sobre los bosques en el sector occidental del Sistema Central en el pasado. Estos estudios realizados en otros puntos como Sierra de Gredos, han arrojado datos que superan los 6000 años de antigüedad.

Es algo inherente al ser humano buscar explicación a todo cuanto le rodea en su medio. En la actualidad sabemos que una turbera es un afloramiento y encharcamiento de agua que origina un medio atípico en el que encontramos especies únicas y restos de gran interés científico, como maderas o restos de árboles. Es nuestra responsabilidad proteger y conservar estos ecosistemas y su historia, sin la cual datos tan interesantes como el bonal de la era de Navasfrías se habrían perdido para siempre.

“En la era de arriba hay un brazo de mar y palos de navío”

*Velao: Drenaje y soterramiento de un afloramiento de agua hasta un punto deseado.

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